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            Volver |  LIC. HÉCTOR SALAMA PENHOS

 

CÓMO MANEJAR EL ENFADO Y RESENTIMIENTO

A menudo, la situación de cuidado puede hacer surgir sentimientos de ira y enfado contra la persona que estamos cuidando, contra la situación de cuidado, contra otras personas o contra uno mismo. Incluso las personas más tranquilas pueden encontrarse en ocasiones luchando contra la ira que algunas situaciones asociadas al cuidado de su familiar mayor hacen surgir en ellos.

La ira o, en su versión más suave, el enfado, puede definirse como una "emoción suscitada por experimentar algún tipo de daño". Pero, ¿qué tipo de "daños" pueden hacer surgir el enfado o la ira en las personas?

Algunos motivos frecuentes de enfado o irritación en los personas
Se trata, en todos los casos, de reacciones normales, fácilmente comprensibles para cualquiera. Las personas que deseen aprender a manejar sus sentimientos de ira e irritabilidad pueden poner en práctica algunas pautas de acción que les serán muy útiles para ganar un mayor control sobre sus sentimientos de ira o enfado:
Darse cuenta de los sentimientos y aceptarlos
Como primer paso, la persona que se enfrente a este tipo de sentimientos debe ser consciente de que está enfadado o irritable y reconocerse a sí mismo/a el derecho a estarlo. Algo que puede ayudar a la gente a aceptar estos sentimientos es darse cuenta de que la ira o el enfado son reacciones naturales a cualquier tipo de daño (físico o psicológico).

Reconocer que sentir ira o enfado proviene de experimentar algún tipo de daño ayuda a los individuos, ya que les permite orientar su atención hacia las situaciones que han hecho surgir tales sentimientos y, por tanto, les facilita cambiarlas en caso de que sean modificables. Hablar de los sentimientos.

Como sentimientos normales que son, la ira y el enfado pueden expresarse y ser compartidos con otras personas. Hablar de ellos con familiares o amigos con los que se mantenga una buena relación o con aquellas personas que tengan experiencias parecidas (otras personas) y que, por tanto, puedan comprenderles, será de gran ayuda.
Renunciar al ¿por qué a mí?
Muchas personas se han preguntado, en alguna ocasión: ¿por qué a mí?.Generalmente no tiene sentido preguntarse por qué está pasando algo o por qué ha pasado algo. No existe respuesta. Lo que sí tiene sentido es preguntarse cómo se va a responder a un problema y qué es lo mejor que se puede hacer para solucionarlo, una vez que ha ocurrido.
Diferenciar entre la persona cuidada y su comportamiento actual
Es recomendable que se haga un esfuerzo de contemplar a su familiar como un ser querido con el que se comparten recuerdos y buenos momentos, en lugar de identificarlo exclusivamente con su forma molesta de comportarse en la actualidad (si este fuera el caso) de los comportamientos molestos que ahora presenta. Así, se acostumbrarán a pensar que lo que les resulta desagradable e irritante no es la persona en sí misma, sino su comportamiento en determinadas ocasiones.

Cambiar lo que se pueda cambiar
Por otro lado, las personas pueden aprender que, aunque algunas de las situaciones que les provocan ira o enfado no se puedan cambiar, ellos sí pueden cambiar la forma en que reaccionan ante esas situaciones. Esto está bien reflejado en las siguientes palabras de un amigo:

"Antes me enfadaban muchísimo los cambios...El hecho de que ella estuviese un día cariñosa conmigo, tratándome como a su amiga, y, al día siguiente no quisiese saber nada de mí, se enfadase por todo, me insultase y me tratase como a su criada, me sacaba de quicio. Con el tiempo, he aprendido a aceptar cada día como viene. Me encantan los días en que me demuestra que me quiere y que está a gusto conmigo y, los días en que me trata casi como su enemiga, reflexiono sobre la realidad de su enfermedad: ella no puede comprender mis sentimientos ni mis necesidades. No puedo esperar de ella lo mismo que espero de mi hermana o de una amiga. Y entonces me doy cuenta de que, aunque ella ya no sea capaz de expresar o decir lo que me quiere, yo sí puedo expresar lo que la quiero. Y quererla, para mí, significa aceptar lo que cada día quiera traernos...."

Expresar los sentimientos de enfado, pero sin perder el control
Es conveniente que la persona exprese sus frustraciones, temores, resentimientos o malestar sin perder el control. Para ello se aconseja:

Escoger un momento adecuado para hablar de sus sentimientos
Expresar las emociones de ira o enfado una vez que haya pasado el momento en que éstas alcanzan su punto más intenso, debido a que, en éstas circunstancias es muy fácil perder los estribos.

Evitar guardarse estos sentimientos durante mucho tiempo, porque eso suele abrir las puertas a la creación de resentimientos y rencores más difíciles de superar: las "explosiones" de ira suelen ser consecuencia de sentimientos acumulados a lo largo del tiempo.

Consejos para pasar "la tormenta" de ira
En los momentos en los que el enfado alcance su punto álgido, la gente que desee aprender a controlar su ira puede emplear las siguientes estrategias:

Abandonar el lugar en que se encuentran:

Si es posible, alejarse de la situación y las personas que han hecho surgir los sentimientos de enfado, aunque sea sólo durante un momento, puede ayudar a la persona a calmarse.
Tomarse un respiro:
Si durante un espacio de tiempo el sentimiento predominante es el enfado y la irritabilidad, es el momento de tomarse un tiempo de respiro.
Emplear el sentido del humor
El sentido del humor, reír, es de gran utilidad para "calmar los nervios"
· Reflexionar sobre la situación:
· Las personas pueden preguntarse:¿merece realmente la pena pasar un mal rato de enfado y rabia por la situación? Si la situación que ha provocado el enfado es modificable, entonces el persona puede hacer algo útil para cambiarla, en lugar dedicarse a la labor inútil de seguir enfadado. Y, si la situación no se puede cambiar, entonces permanecer enfadado tampoco va a cambiar nada, sólo va a acarrearle un rato de disgusto y malestar.

Ejercicios de relajación:

Relajarse
Ejercicios sencillos de relajación pueden ser de gran ayuda para disminuir la intensidad de los sentimientos de enfado y hacer pasar la "tormenta de ira".
Póngase en una posición cómoda (sentado o tumbado) en un lugar tranquilo.
Afloje cualquier prenda de vestir que le oprima: zapatos, cinturón, etc.
Cierre los ojos.

Ponga atención a su respiración.

Observe cómo respira, fijándose en si respira por la nariz o por la boca.
Ahora preste atención a su cuerpo. Note si existe alguna zona en la que sienta tensión. Sienta la tensión, pero no intente hacer que desaparezca.

Ahora vuela a fijar su atención en su respiración. Déjese respirar lenta y profundamente, tomando el aire por la nariz y expulsándolo por la boca.

Mientras expulsa el aire, ponga atención a sus músculos, notando cómo van aflojándose a medida que el aire abandona su cuerpo.

Continúe respirando profunda y rítmicamente, notando cómo se siente a través de todo su cuerpo. Cada vez que inspira o toma aire, sienta cómo entra el aire y, mientras lo expulsa, sienta cómo poco a poco va saliendo de su cuerpo. Continúe ahora tomando aire y expulsándolo de forma lenta, rítmica y profunda.

Repita esto varias veces, lenta y rítmicamente.

Mientras expulsa el aire, ponga atención a su cuerpo, especialmente a sus músculos. Es posible que tenga sensación de calor en ellos (por ejemplo, manos y brazos calientes), o también es posible que los note más ligeros o, por el contrario, más pesados. Cualquiera que sean las sensaciones que note, disfrute de ellas mientras continúa respirando lenta y profundamente.
Practique este ejercicio durante unos minutos cada día.

La Palabra
Póngase en una posición cómoda. Cierre los ojos y respire lenta y tranquilamente como en el ejercicio 1.

Mientras sigue respirando lentamente, piense en las palabras "calma", "relax", "tranquilo", "relajado", "calmado" u otra similar. Elija una de ellas. Esta palabra le servirá de llave para su relajación. Tómese el tiempo necesario para elegirla.

Una vez elegida la palabra, repítala mentalmente. Siga respirando lenta y tranquilamente. Ahora tome aire y al expulsarlo diga mentalmente la palabra que ha elegido.
Tome aire otra vez y, mientras lo expulsa, vuelva a repetir mentalmente la palabra elegida. Hágalo de una forma lenta y tranquila. Continúe respirando lentamente y, al expulsar el aire, repita mentalmente la palabra. Lleve a cabo este ejercicio durante unos minutos.
Es posible que mientras esté practicando este ejercicio aparezcan pensamientos o imágenes que le distraen. No se preocupa por ello. Simplemente vuelva otra vez de forma tranquila a repetir la palabra elegida. Continúe respirando tranquilamente y mientras expulsa el aire repítase mentalmente la palabra que ha elegido.

Lo aconsejable es que practique este ejercicio durante algunos minutos seguidos cada día. Además puede repetirlo siempre que lo desee, siendo especialmente recomendable que lo practique en cualquier momento del día o de la noche en el que sienta que als preocupaciones, problemas o sentimientos desagradables le están molestando o empezando a molestar.

El Mar
Siéntese en posición cómoda. Cierre los ojos. Respire lenta y profundamente, concentrándose en su respiración, sintiendo cómo el aire entra en su cuerpo y cómo sale de él.

Mientras continúa respirando lentamente, piense en una playa tranquila. Imagínese que está en la orilla del mar. Vea cómo el agua del mar se acerca y se aleja de la arena, imagínese el movimiento ondulante y tranquilo del mar.

Siga respirando tranquila y profundamente. como en el ejercicio 1, y mientras respira de forma rítmica, pausada y tranquila, imagine cómo el agua se acerca y se aleja de la orilla al ritmo de su respiración. Se acerca a la arena cuando usted toma aire y se aleja cuando usted suelta el aire ( si le resulta más fácil, también podría ser al revés: el mar se aleja cuando suelta el aire y se acerca cuando lo suelta ).

Tome aire y vea cómo el agua se acerca a la orilla, expulse el aire y el agua se aleja.
Sienta cómo una sensación de clama y tranquilidad le va invadiendo poco a poco.
Es posible que al principio le cueste trabajo imaginar esta escena como a usted le gustaría. No se preocupe por ello. Simplemente vuelva a intentarlo. Poco a poco, le resultará cada vez más fácil. Practique este ejercicio durante algunos minutos seguidos. A ser posible, practíquelo diariamente, a una hora del día en la que pueda hacerlo sin que le molesten, o también en cualquier momento del día o de la noche en el que sienta que las preocupaciones le empiezan a invadir.

Recuerde:
Póngase cómodo.
Cierre los ojos.
Respire lenta y tranquilamente.
Piense en una playa tranquila.
Imagine que el mar se acerca a la playa cuando usted toma aire y se aleja cuando usted expulsa aire.
Después de unos minutos, abra los ojos.



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